Opera Joven Gianni Schicchi Ensayo general con Publico.
Ensayo previó a la opera prevista para el 30 de Septiembre.
Para mas información sobre la opera: Gianni Schicchi - Opera Joven
de Giacomo Puccini
Libreto de Giovacchino Forzano
ORQUESTA: Camerata Anam
Dirección Musical: Álvaro Albiach
Dirección Escénica: Cristina D. Silveira
ELENCO ARTÍSTICO- MUSICAL:
Gianni Schicchi: Alberto Martínez
Lauretta: Mar Morán
Zita: Paola Leguizamón
Rinuccio: César Arrieta
La Ciesca: Andrea Niño
Betto di Signa: Miguel Maduro-Dias
Simone: Javier Agudo
Nella: Silvia Naranjo
Gherardo: Sergio Aunión
Maestro Spinelloccio: Manuel Torrado
Marcos: José Miguel Torres Moruno
Ser Amantio di Nicolao: Javier Gómez Carrasco
Pinellino: Rubén Molano
Guccio: Pedro Gragera
Gherardino: Hugo Corchado
Buoso Donati: Tito López
Duración: 60 minutos
SINOPSIS:
Estamos en 1299, en una Florencia que anda ocupada construyendo la Torre de Arnolfo y que ve pasear a Dante por sus calles. Allí, la muerte es otra cosa. En una casa con vistas a la Torre della Vacca, el anciano Buoso Donati, que ha vivido más días de los que su familia hubiera deseado, ha muerto al fin. En la cama donde yace se agolpan sus familiares concursando por derramar las lágrimas más voluptuosas y acumular los desmayos más inspirados. Este teatrillo de la pena acaba cuando a la casa llega un rumor: el viejo roñoso se lo ha dejado todo a un convento.
Cunde el pánico: ¡hay que confirmar la noticia! La frenética búsqueda del testamento desordena por completo la estancia hasta que Rinuccio, el joven sobrino de Zita, la prima del difunto, lo encuentra. Rinuccio pide algo antes de entregarlo: si el testamento es favorable a la familia, su tía deberá permitirle casarse con Lauretta, la hija del astuto Gianni Schicchi. La tía Zita acepta con malicia: habiendo dinero, “¡cásate con quien te plazca, aunque sea una diablesa!”. Se procede a la lectura del testamento mientras se manda llamar a Schicchi y su hija Lauretta.
Pero se confirman los peores augurios: están todos desheredados, irá el tesoro para los monjes, y la boda entre Rinuccio y Lauretta se antoja imposible. El desánimo se apodera de todos los presentes, que sólo aciertan a pensar en los frailes que tendrán que agrandar los hábitos para dejar sitio a sus barrigas. Al llegar Gianni Schicchi y ponerse en situación, se le ocurre una idea: sabiendo que nadie más conoce la muerte del viejo, sacarán su cuerpo de la habitación y Schicchi ocupará su lugar. Hasta el médico, que acaba de llegar, caerá en el ardid, creyendo que gracias a sus artes curativas se el muerto ya se encuentra mucho mejor.
El plan sigue su curso: Gianni Schicchi, con el gorrito de dormir, la bufanda y el camisón de Donati, dictará un nuevo testamento oculto tras el dosel de la cama. Mientras se avisa al notario los familiares van repartíéndose los bienes menores, sin llegar a un acuerdo por las grandes riquezas: la casa de Florencia, los molinos de Signa y la mula. Por unanimidad deciden que sea Schicchi quien los reparta cuando llegue el notario, y mientras le van disfrazando todos le ofrecen en secreto futuras recompensas si son los elegidos. Schicchi las acepta todas. Antes de la llegada del notario Schicchi recuerda a los presentes el castigo para él y sus cómplices si se descubre la mentira: todos quedarán con una mano de menos y un exilio de más.
A la llegada del notario y los testigos, el “enfermo” Schicchi pide funerales modestos en su honor y reparte con voz lastimera las propiedades pequeñas entre los presentes, tal y como estaba previsto. Al llegar a la casa, los molinos y la mula, dicta su voluntad: todo para el devoto y afectuoso amigo ¡Gianni Schicchi! Los parientes nada pueden hacer si quieren conservar sus manos, más allá de robar lo que les pilla más cerca. Schicchi los echa de la que ya es su casa y, conmovido por el abrazo de los dos enamorados que ya se pueden casar, se gira al público pidiendo, si no la absolución, sí un atenuante: no fue por codicia, fue por amor...
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